viernes, 22 de enero de 2010

La Celestina

Uno de los temas más tratados a cerca de La Celestina es la naturaleza de su género, pero para poder discutir sobre esto primero se han de observar los siguientes hechos:
La obra está escrita en prosa de forma totalmente dialogada, pero que se agota como una acción en diálogo
A través del diálogo se realiza la creación de los personajes. Los personajes nos descubren su vida por medio del diálogo los cuales crean en su interior a los personajes e introducen novedades de tipo estilístico.
En lo referente a prosa, en Rojas hay dos corrientes del lenguaje: Prosa elegante marcada por latinismos (amor cortés). − Este estilo culto se mezcla con un lenguaje mucho más natural. Observamos que todos los personajes utilizan los diferentes niveles lingüísticos por igual en sus discursos. No hay tipos, es decir, el rey antes hablaba como rey y el pobre hablaba un lenguaje bajo, ahora todos hablan el mismo lenguaje, a veces de forma culta y a veces no (Stephen Gilman).
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La Celestina no estaba destinada a la una representación escénica como dice Fernando de rojas en el prologo así que cuando diez personas se juntaren a oír esta comedia
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En los siglos XVI y XVII se consideró como género dramático. En el XVIII con la aparición de las estrictas normas neoclásicas surge el problema del género. Así, Moratín niega su pertenencia al teatro, debido aunque no cumple la regla del as tres unidades (Tiempo, espacio y trama), le obra o novela transcurre en varios días y en muy diversos escenarios; y la cataloga como una novela dramática. Y más tarde Aribau la califica como novela dialogada.
Que su estructura sea esencialmente dialogada es el principal argumento para calificarla como obra dramática.
Pero su excesiva extensión textual, que habría supuesto un gran obstáculo para su representación escénica, dificulta su inclusión en el género dramático, además de lo irrepresentable de su obscenidad, haber sido escrita para la lectura y la propia naturaleza de su estructura (acción escasa y escenografía nula). Pero como el argumento de la obscenidad haya dejado de tener vigencia hoy en día, y como la duración de cualquier representación ocupa de dos a tres horas, impuesto por las servidumbres del teatro comercial, nadie ha negado su carácter dramático.
La Tragicomedia de Calisto y Melibea es también considerada como una obra que fue escrita no para ser representada, sino para ser leída, característica que enlaza con la comedia humanística, género en el que se inspira la obra de Fernando de Rojas. Las comedias humanísticas estaban generalmente escritas en latín, eran más aptas para la lectura que para la representación escénica. Tienen un argumento simple y su desarrollo es lento; los ambientes son típicos de la época; se interesa por los sectores más humildes de la sociedad y por la vida cotidiana; el dialogo es la estructura clave de la obra, como técnica literaria y como recurso expresivo, y lo usa para dotar a la obra de la máxima diversidad de estéticas: alusión a citas clásicas, construcciones latinizantes, expresiones típicas del lenguaje coloquial. Ésta recoge la herencia de la comedia elegíaca y hunde sus raíces en mundo clásico con la nueva concepción de la comedia. Son pues gran número de recursos, categorías, personajes, el amor como tema esencial, y hasta muchas frases concretas, que producen la comedia del Tercenio. Hay que tener en cuente que la comedia romana atiende con frecuencia al enredo, sin tener en cuenta el ambiente ni los caracteres, a diferencia de lo que siempre se ha señalado como uno de los grandes aciertos de La Celestina.
La consideración de La Celestina como novela es también problemática. El género novela hace referencia a lo narrativo, mientras el drama parte prioritariamente de la acción. En La Celestina apenas existen discursos narrativos, abundando por el contrario la acción realista de los personajes.
Si aceptamos uno de los tópicos más extendidos s de la moderna crítica literaria, la primera novela moderna es
El Quijote, pero si aplicamos a La Celestina los mismos criterios por los que se ha juzgado a El Quijote no tendremos más remedio que considerar también como novela a la más temprana de las dos obras, y darle por tanto la prioridad que le corresponde
Otra opinión es la de que se trata de una novela moralizante cuya tesis se basa, según sus defensores, en:
1. El prólogo que ya aparece en la edición de 1502 en la que se comenta el dicho de Heráclito.
2. El apéndice aclaratorio añadido al título en que se nos dice que la obra fue "compuesta en reprensión de los locos enamoradas, que, vencidos, en su desordenado apetito, a sus amigas llaman e dicen ser su Dios. Así mismo fecha en aviso de los engaños de las alcahuetas e malos y lisonjeros sirvientes".
3. El desenlace funesto que se da a las situaciones desordenadas y la muerte que se da a todos los personajes que han tomado parte en el desorden moral de la acción.
4. La crítica más o menos moralizante y didáctica que algunos personajes hacen a través de la obra de las acciones desordenadas.
En contra de semejantes argumentos hablan razones esgrimidas frecuentemente por los que niegan una finalidad moralizante o sentido didáctico a La Celestina:
1. La universal falta de un sentido ético cristiano incluso en los personajes que pudieran ser entendidos como ejemplares.
2. El exabrupto elegíaco de Pleberio que lejos de ser una aproximación a un ordenamiento moral y doctrinal representa una insistencia en el desorden al presentar víctimas a los que en realidad son causa de pecado y por tanto culpables.
3. La percepción inmediata de sus primeros lectores, que se mostraron al parecer indiferentes o ciegos al desorden moral de los amores entre Calisto y Melibea. Es por esta razón, como nos dice el autor en el nuevo prólogo que figura en las ediciones de la Tragicomedia de 1502, que se vio obligado a "meter segunda vez la pluma" para satisfacer a los lectores "que querían que se alargase en el proceso de su deleite de estos amantes, sobre lo cual fue muy importunado."
En lo referente a prosa, en Rojas hay dos corrientes del lenguaje: Prosa elegante marcada por latinismos (amor cortés). − Este estilo culto se mezcla con un lenguaje mucho más natural. Observamos que todos los personajes utilizan los diferentes niveles lingüísticos por igual en sus discursos. No hay tipos, es decir, el rey antes hablaba como rey y el pobre hablaba un lenguaje bajo, ahora todos hablan el mismo lenguaje, a veces de forma culta y a veces no.
Según Menéndez y Pelayo, el cual se debate en la más pura contradicción, la novela la presentan en forma de narración la forma de acción. Y todo es activo y nade es narrativo en La Celestina. E inmediatamente después da argumentos en contra de la aflicción de la obra al género teatral
María Rosa Lida nos dice que se encuentra en la tradición de la comedia humanística, que son obras dramáticas escritas en latín por autores cultos y que son escritas para leer las obras en público de forma dramatizada y no para ser representadas. El propio Rojas se refiere a esto en el prólogo.
Stephen Gilman dice que La Celestina no es otra cosa que diálogo puro que contiene novela y drama a pesar de ser anterior a ambos. Según Gilman carece de género, algo distinto y anterior a la cristalización de la novela y del drama propiamente dichos. A través del diálogo se realiza la creación de los personajes. Los personajes nos descubren su vida por medio del diálogo. Destaca dos diferentes órdenes de tiempo: uno explícito de acción continua, y otro implícito, mucho más largo y necesario para la comprensión de lo que en la obra sucede. Esta especial utilización del tiempo es, desde luego, más propia de la novela, pero desde luego, no exclusivo de ella.
Deyermon la califica de novela dialogada y reconoce en ella cualidades de una novela moderna, admite que el intento primero de Fernando de rojas fue el de hacer una comedia humanística, pero que llego a crear una obra de tal extensión y complejidad que hizo que su representación fuera imposible. Señala que, a diferencia de la obra española, la comedia humanística se caracteriza por carecer de desenlaces trágicos y ve en el final de La
Celestina un influjo de aventuras entonces en boga.
Para Marcell Bataillon la Celestina es una obra de moralidad. Para Américo Castro y Gilman la obra es un reflejo del amargo vivir del autor.
El hecho de que a La Celestina no se la pueda encorsetar fácilmente en uno de los géneros literario es sin duda alguna una prueba más de que es una obra con una gran originalidad.

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